domingo, 6 de mayo de 2012

Estudios con alma.

Hoy en día está tomando fuerza el concepto de: Medicina Centrada en el Paciente como manera de buscar  la individualidad de este a la hora de aplicar un recurso diagnóstico o terapéutico.
Durante los primeros meses de andadura nuestro grupo se llamó MBE (Movimiento Basado en emociones). Nuestro  objetivo con este nombre era hacer un  guiño al concepto de la  Medicina Basada en la Evidencia. Se trataba de un guiño hecho con cariño. Simplemente dispuesto para llamar su atención.

Es indiscutible el valor de la Medicina Basada en la Evidencia, al fin y al cabo trata sobre  la práctica de la medicina en que cada decisión corresponde a un uso racional, juicioso y actualizado de los mejores datos objetivos aplicados al tratamiento del paciente.

Sin embargo a veces me pregunto qué pasaría si los estudios recogieran aspectos como: ¿Cuáles son las creencias del paciente en torno a su padecimiento?¿Cuál es su actitud frente a la enfermedad? ¿Están influidos los resultados por las formas que utiliza el profesional para comunicarse con él?...

Me pregunto si los resultados serían los mismos.
Puede que surgieran nuevos datos que bien cruzados aclarasen muchos matices.
Puede que explicasen porqué algunos fármacos con un nivel óptimo de recomendación no son capaces de vencer el dolor de una persona mientras que otros considerados UTB ( Utilidad Terapéutica Baja) son perfectamente válidos  a la hora de aliviar al paciente ¿Acaso no es esto para lo que están?

No quiero defender a los UTB.
Lo que pretendo es reflexionar sobre todos los aspectos  que rodean  al efecto beneficioso de estos fármacos. A mi juicio estos aspectos tienen unidos importantes componentes emocionales. Por ejemplo: Creencias favorables  generadas en torno a sus efectos no nocivos, la confianza con el que un día fueron utilizadas por otro familiar y puede que también la actitud comunicadora empática de quien un día lo prescribió ya fuera un médico,  un farmacéutico o una vecina.

 Es muy posible que en el futuro las Guías Clínicas incluyan algún tipo de consideración emocional a la hora de establecer recomendaciones. Puede que entonces estas consideraciones sean vistas como un recurso más a nuestro alcance. Es posible aprender de todo, especialmente de lo que un día, subidos sobre no se qué pulpito, nos hemos permitido menospreciar.

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